Llegar a Cali y sumergirse en su Festival es entender por qué la llaman la Capital Mundial de la Salsa. No es solo un espectáculo, es una cumbre cultural y de memoria viva. Hasta el 28 de septiembre, la ciudad vive la XX versión de este evento que ratifica al género como símbolo, disciplina y motor de desarrollo.

Intercambio cultural
Los expertos insisten en que Cali es un lugar para aprender sobre los orígenes del movimiento salsero y por qué la gente baila de una manera tan particular. Las competiciones son un despliegue de talento con 1300 artistas en escena con categorías amateur, profesional y élite.
Ante exponentes de países invitados como México, Panamá, Suiza y Estados Unidos, la adrenalina es palpable. Para los jóvenes de las más de 100 escuelas de Salsa de Cali, el Festival es su graduación tras un año de práctica intensa. Ser testigo de ese nivel de compromiso y dedicación es asombroso.

Tradición caleña
El show de apertura reunió a las Leyendas de la Salsa, las 20 parejas campeonas de las ediciones anteriores, bajo la dirección de Luis Eduardo Hernández ‘El Mulato’. Se rindió homenaje a la Vieja Guardia, bailadores que representan el ADN salsero del caleño, y a los semilleros, como The Golden Kids.
El festival es único a nivel mundial por su categoría de ensamble especial, donde cuerpo de baile y orquesta realizarán una puesta en escena simultánea en la final élite del domingo. Es un gusto adquirido que viaja por continentes, y gracias a conversatorios y talleres, todos podemos acercarnos a su historia.
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