En los pliegues de una carretera que serpentea hacia Dagua, donde el aire se enrarece y el asfalto da paso a la tierra, un grito silencioso resonaba. No era el estruendo de un motor o el ulular del viento. Había un clamor contenido de un trozo de selva despojado y encerrado.
Una denuncia ciudadana se convirtió en el faro que guio a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca y a la Policía de Carabineros a una finca que guardaba un secreto sombrío. Allí, entre el verdor domesticado, seis guacamayas, un mono tití y un tucán esperaban recuperar su libertad robada.

Ecos enjaulados
Según Reisa Valencia Daza, técnica operativa de la CVC, el ingreso se permitió de forma voluntaria y abrió la puerta a una realidad dolorosa. En jaulas dispuestas como prisiones, el color se apagaba. Dos guacamayas bandera, dos azul y amarillo, y dos rojas veían su cielo limitado a unos barrotes.
En otros recintos, un mono tití cabeciblanco, de ojos vivaces y espíritu inquieto, y un tucán compartían el mismo destino. Eran rehenes, fragmentos de un ecosistema que alguien había decidido poseer.

Un cruel castigo
El destino de estos animales los llevó al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de San Emigdio, un santuario para las víctimas del tráfico. En este lugar, cada criatura es una historia de resiliencia y esperanza. La inspección reveló un cruel castigo: sus alas cortadas.
Aislados de su origen, el de criaturas nacidas para el vuelo, y sin la posibilidad de un regreso inmediato, iniciaron un arduo proceso de cuarentena y rehabilitación. No se trata s solo de curar heridas físicas. Se les devolvería su esencia salvaje. La capacidad de volar y subsistir por sí mismos.

El largo camino a casa
La historia de estas seis guacamayas, el tití y el tucán no es un relato aislado. Es un eco de un problema mayor. En lo que va del año, el Centro de San Emigdio ha recibido a 1.698 animales, una cifra que subraya la magnitud del tráfico ilegal. La gran mayoría, 643, son aves. Las siguen mamíferos y reptiles.
Pese al panorama desalentador, hay destellos de esperanza. Ya han sido rehabilitados y liberados 634 animales. Estas especies fueron devueltas al bosque, el río y el cielo al que pertenecen.
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